martes, febrero 27, 2007

so long


Hace una semana que sopla del sur, cálido e invariable. Los árboles que veo detrás desde esta habitación crujen y tititan como bailarinas. Cada día, al salir del trabajo, conduzco hasta la playa, aparco en la vacía explanada y compruebo que esa masa azul e informe sigue muda, mala, sólida. La primavera acá dura cuatro meses y el mar se ablanda o se eriza hasta el otoño. No obstante, hay autopistas y mapas y lugares escondidos, nada importa. Y alguna mañana, incluso, tiralíneas que arrasan la orilla desde el fondo.


Amigos, llevo atrasando esto casi un mes. Probé algunos borradores pero me salieron un tanto suficientes. Ahora prescindo de abalorios y escribo rápido para cerrar este baratillo que tanto me entretuvo y que ya me sobra, ya no sirve.


Y por eso me despido y os saludo, os agradezco el par de ojos que en mí pusisteis y os prometo que os sigo (seguro) en vuestros arrecifes. De modo que escribid, por favor, alguna hermosura de cuando en cuando; o escribid desvergüenzas, mentiras, brumas. Pero seguid, que alienta.

Abrazos.

Pablo Gutiérrez

jueves, febrero 22, 2007


Al fondo, la Breña. Tabla de camuflaje, pulida como un espejo. A vista de pájaro debo de ser la sombra de un hueco. Otras veces también lo soy, y ya casi no finjo.

jueves, febrero 15, 2007

miniaturas

Sopla en siete direcciones desde hace semanas. Mar pequeño y revuelto.

Huraño, después de surfear las olas más perras y feas de la bahía, recuerdo esas cremalleras de Laredo que te partían en dos.

Desde la orilla parecían de azucar glasé, pero la espuma te cegaba como un spray antivioladores.

lunes, febrero 12, 2007

El producto que ofrecía Athenas.co era tan sencillo que podía describirse en las veinte palabras de que encajaban en la cuadrícula de un anuncio clasificado de El País: vuelo Madrid-Moscú, alojamiento en hotel de tres estrellas, SEXO, vídeo de recuerdo, vuelo Moscú-Madrid: 1000 €. A continuación aparecía una dirección postal, un número de identificación fiscal y un teléfono de Barcelona. El precio incluía el transporte desde el aeropuerto hasta el hotel y un seguro de viaje. Había que ingresar la cantidad diez días antes en una cuenta corriente de La Caixa, según la joven de acento catalán que te informaba diligentemente de las fechas de los vuelos y las condiciones de pago, sin nada de espera un ratito miamor, musiquitas, carruseles de contactos ni contestadores automáticos.

Lo que nadie te dijo fue que en el vídeo saldrías con cara de tonto.
Conduzco hasta la primera estación de la línea azul.
Dejo las llaves en la cerradura,
palmeo sus aletas como a una cabalgadura obediente,
bajo al andén y me siento a esperar, buen chico-buen chico.

Como todas las cosas que están hechas de nada,
camino con fruición sobre piedras y cristales bruñidos,
pues no soy sino piedra sobre bruñido cristal.

Y es por eso que puedo olvidar lo que aprendí en la escuela de los probos ciudadanos;
y olvidar, también, los nombres de quienes me amaron
creyéndome distinto de lo que soy.

El gusano de cercanías llega iluminando el túnel.
Salto dentro de él como si lo domara con mis talones desplumados.
Detrás de las ventanas de plexiglás
se suceden apeaderos, fábricas de papel y unifamiliares en venta
donde se mudarán hombres y mujeres que no conoceré.
En sus cerebros brotarán obscenidades y pensamientos que no serán los míos.
Los dos gramos de vanidad que severamente conservaba
se licuan sin aroma frente a esa certeza.

Cruzo los vagones desiertos, abriendo y cerrando las puertas hidráulicas.
Llevo un carcaj con gansos de tres colas al cinto;
al hombro, un arco de oro, como el balancín de un dios enano.
El carcaj, hinchado de orgullo, resplandece y ciega a ningún viajero.
Crujen las tuercas del gusano, como palabras de un idioma viejo.

Con las manos desnudas franqueo la última puerta.
Giran las ruedas de acero sobre el profundo oscuro
que quiere meterse en mis bolsillos pero al que no temo.
Tenso el arco; el dardo brilla en el agujero del culo del gusano.

Puedo vivir de aquello que no digo.
Todos los de algún modo me habitaron ahora huyen alfabéticamente de mí.
Sus alas son el préstamo que les doy,
mi regalo de despedida.

Con los demás juego a Simón dice para disimular la codicia del tiempo.
Les digo, por ejemplo, danzad sobre mi vientre agudo.
Les digo dejad que las cosas se pierdan en el río.
Les digo caminemos sobre piedras y cristales bruñidos,
si somos piedras azules y bruñidos cristales de metal.

El gusano llega a la última estación y vierte sus doloridas tripas.
Mis hombros golpean otros hombros
como bolas de billar que cloquean
en las escaleras mecánicas.

Cuando llegue a la superficie, prometo,
buscaré una habitación sin espejos
donde abandonar la infame lucidez
con la que una frasecita sin significado me vendó los ojos un día.
Esterilizaré las bolas de mis hombros,
empaparé de polvos de talco las otras,
quemaré mi ropa en la bañera
y sobre quinientos folios blancos
comenzaré a


para nadie.

miércoles, febrero 07, 2007

Hago equilibrios en centímetros aun más inestables que el poliestileno. La marea se desconecta, llueve, arrecian incertidumbres. Las mejores series rompen de madrugada, cuando nadie puede deslizarse y albergarlas.
¿Recuerdan a Julian Moore, en aquellla habitación de hotel? Una tarta de chocolate aguardaba a su marido y un océano se flitraba por el vano de las ventanas, hacia ella.
Tomó las llaves del coche, buscó otros países, dejó limpia su casa, la ropa doblada, los vestidos colgados, la despensa llena de sopas de sobre.
¿La salvó una idea? ¿Un pensamiento ajeno? ¿No sintió ácido en los ojos al leer que ni siquiera en eso se diferenciaba de nadie?
Pero tanta, tanta es la necesidad de verse reconocido, de aplastar el guante de la soledad bajo la fantasía de una universal comunión.

Y sin embargo, aún me quedan por gastar dos o tres motivos.

Hoy, por ejemplo, leí un artículo que aseguraba que no existe el libre albedrío. Científicamente comprobado, decían.
Ya.

song of myself

He's a real Nowhere Man,
sitting in his Nowhere Land ,
making all his Nowhere Plans
for nobody.

Doesn't have a point of view.
Knows not where he's going to.
Isn't he a bit like you and me?

Nowhere Man, please listen.
You don't know what you're missing.
Nowhere Man, the world is at your command.
(sí, claro)

He's as blind as he can be.
Just sees what he wants to see.
Nowhere Man can you see me at all?