viernes, noviembre 23, 2007

Una preciosa borrasca con toda su baja presión comenzó el martes a meter a gente en su casa, y a nosotros en cambio nos vistió de superhéroes de goma y nos mandó en tropel hacia la barra.
El miércoles el patio del recreo era todavía un remolino feo de tanto como sopló la noche antes, pero ya comenzó el mar a ordenarse y a decirnos aguarda que ahora viene. Y sí que vino grande el jueves, perfecto y sin viento, lisito como un cuaderno nuevo para después romper muy abierto y muy lejos de la orilla, ah, hermosa mañana en la que todos trabajaban y yo no. Aunque ya bajó un tanto, hoy también caía bien bonito, sobre todo al mediodía cuando no dejaba de llover, por eso no tengo fotos de esa arquitectura.

En cambio me queda alguna mancha de Praia do Forte, donde los niños atravesaban descalzos el coral para deslizarse sobre la plataforma.

martes, noviembre 13, 2007


Leen a Bradbury, creánlo, Bradbury aún le sirve a alguien de este mundo. Todos los años consigo convencer a alguien de que abra El verano del cohete y entonces
"Un minuto antes era invierno en Ohio; las puertas y las ventanas estaban cerradas, la escarcha empañaba los vidrios, los carámbanos bordeaban los techos, los niños esquiaban en las laderas; las mujeres, envueltas en abrigos de piel, caminaban torpemente por las calles heladas como grandes osos negros.
Y de pronto, una larga ola de calor atravesó el pueblo; una marea de aire cálido, como si alguien hubiera dejado abierta la puerta de un horno. El calor latió entre las casas, los arbustos y los niños. Los carámbanos cayeron, se quebraron y se fundieron. Las puertas se abrieron de par en par; las ventanas se levantaron; los niños se quitaron las ropas de lana; las mujeres guardaron en los armarios los disfraces de oso; la nieve se derritió, descubriendo los viejos y verdes prados del último verano."
, escrito como con metrónomo, y si el ritmo respira detrás de la traducción, imagínense a Brad en su idioma, que soy tan perezoso que no he leído. Me basta con "los viejos y verdes prados del último verano", ah, yo sé que ellos lo perciben, también ellos.
A tu manera hiciste profecía, Brad, le llaman cambio climático y no te figuras lo que por acá se discute, me tuviste hace no demasiado diciendo alguna huevada al respecto. Y por eso tengo que subir fotos de esta marejada de Brasil, porque nada se acerca a esta bahía, muerta como el mar de verano, hace ya dos meses que no hay una doblez en mi aburrido océano, cuarto de juegos infestado de mierda cancerígena que, sí, además de ir comiéndonos poco a poco, ha arruinado el parque de atracciones de TresP.
"El cohete, instalado en su plataforma, lanzaba rosadas nubes de fuego y calor de horno. El cohete, de pie en la fría mañana de invierno, creaba verano con cada aliento de los poderosos escapes. El cohete transformaba los climas, y durante unos instantes fue verano en la tierra..."

lunes, noviembre 05, 2007

Siempre me sale la misma papilla. Aunque finja que no soy yo y me agache tanto que no se me vea o me suba a una escalera como si fuera a cambiar las bombillas. No hay modo, siempre repito el salmo que bienaprendí hace tiempo, supongo que justo al principio. Es forzado y falso y hueco procurar otra cosa, es como colar un caballero medieval en un tebeo de Astérix.
Y trato de buscar la manera de ser menos pelmazo, no crean, tomar distancia de todo el mejunje, porque en realidad rabio por soltar de cuando en cuando palabras como diáspora, audacia, intrépido capitán, y decir alguna vez larga noche de los tiempos, cóncavas naves, somos el tiempo que nos queda. Y me gustaría tanto escribir una novela de aventuras. O un cuento que dé miedo. Sí, mejor eso. Un cuento que no te deje dormir en lugar de uno que te duerma.
Tan pastoso y pegado de mí sale lo que escribo que comienzo a estar de tanta gelatina hasta las narices.
Por eso he decidido comenzar el teatro y, por ejemplo, hacerme el gracioso. Hoy mismo, a primera de la mañana, ensayé con eso y en vez de trepanar Por tierras de España con la sopa de alejandrinos y símiles, me puse a dibujar en la pizarra una viñeta en la que un machadito hacía de Freud y un mapa de España de paciente en su diván. Pero no lo entendieron.
No hay nada peor que hacer un chiste y que nadie se ría.
Miento, algo peor hay: tratar de salir de uno y encontrarse con uno en la siguiente esquina.