viernes, junio 08, 2012


Participo en la asamblea escolar, levanto el dedo, hablo, digo tonterías inflamables, me miran diciendo no es eso, no se trata de eso. Cuando yo digo Molotov ellos dicen consenso, no hay que molestar demasiado, busquemos una estrategia unificada que puede ser aceptada por todos los sectores, el viejo discurso sindical se abre paso con su imperio de pegatinas, es una asamblea pero sólo hablan tres personas, y dos de ellas procuran que nada se exalte ni erice y que nadie sienta estos deseos, estas ganas de marcharse y renunciar, también, a una batalla tan pequeñita y perdida de antemano.
Es igual que el 15M: de tan buenos fuimos bobos; de tan tiernos, pastelitos. Hay que protestar, sí, pero con aplausos de sordos para que el peatón no se enfade, con gritos silenciosos glorificando el oxímoron hasta que alcance la categoría de metáfora.
Y qué hago con este malestar, esta soledad inmensa del escaparate intacto y la piedra en la mano. 


No hay comentarios: